Danza de cifras

Los 106 detenidos por los disturbios en Acapulco quedaron en libertad luego de que éstos argumentaron inocencia en su participación en el bloqueo al Aeropuerto Internacional “Juan N. Álvarez”, en tanto que al profe jubilado Claudio Castillo Peña se le dio una merecida despedida de héroe, pues a sus 65 años de edad, y con bastón, participaba en las movilizaciones de los camaradas en busca de plazas automáticas para la impartición del apostolado del magisterio.
En tanto, en diversas ciudades del país, incluida la CDMX, las marchas de protesta por lo que se consideran acciones represivas contra la insurrección de los maestros, se repetían unas a otras, con más empuje e impunidad que las anteriores, pues se ha visto que ni las denuncias ante el Ministerio Pública de la agredida policía federal ni las amenazas de aplicación de la Ley sin distingo amedrentar al magisterio.
Y si esas acciones legales de la autoridad –como la aplicación de la Ley trátese de quien se trate-, los detiene, menos podrán las acciones de protesta de la sociedad civil, de los empresarios y de los comerciantes, de las trasnacionales repartidoras de alimentos ni de los transportistas de carga y de pasajeros, que se ven dañados por el bloqueo a sus instalaciones, secuestro de sus autobuses, saqueo de mercancías y pérdidas diversas por la vandalización de los grupos inconformes que, se reproducen rápidamente luego de los toletazos y los arrestos de 24 horas.
En tanto, el deterioro de la imagen de nuestro país va al alza, desde el magnate Donald Trumph que pide no hacer negocios con México, los llamados de las autoridades del sureño estado de Texas que exhortan a los estudiantes no viajar a nuestro país, como los comentarios mordaces del triplemente laureado Alejandro González Iñárritu o la estigmatización epistolar del Papa Francisco a nuestro país, sumados a los tiroteos a que son sometidos nuestros connacionales que van en busca del sueño americano al otro lado de la línea.
Un indocumentado más baleado, 100 detenidos, 90 liberados, otro muertos; nuevos ejecutados, secuestrados y levantados, otro bloqueo, otra marcha; no fue muerto por golpes, sino que fue por su gusto y para estigmatizar a la policía; más tomas de casetas y carreteras, todo es cifra para las estadísticas, para los desmentidos, que van al alza o a la baja, pero en realidad no se busca una solución de fondo, sino que de ambos bandos, autoridades y manifestantes, se encuentran en una lucha sin cuartel en la calle, sin dar con la cuadratura del círculo.
Es decir, nadie aporta algo positivo. Si en lugar de mandar a la cárcel o al hospital a los manifestantes a alguien se le ocurriera utilizar esa extraordinaria energía y capacidad de organización, para producir alimentos, bienes o servicios, generar empleos e ingresos, nuestra Nación, que tiene vastos recursos naturales a lo largo y ancho de la República, sería una potencia. Si se utilizara la mano de obra y el talento de los miles de maestros y policías que pelean en las calles para cuestiones productivas, no tendríamos la imagen que tenemos en el extranjero.
Seríamos un país próspero y generoso. Lamentablemente, la disputa en las calles es por ganar más sin trabajar, que el gobierno pague todo; que reparta el botín como lo hace con sus amigos, pero nadie desea producir. Millones de pesos en presupuesto para los policías sin capacidad para resolver problemas, y que sólo lo complican; millones para pagar maestros improductivos. Hasta ahora, a nadie se le ocurre que, en vez de pelear, deberían trabajar…
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