Concatenaciones
Fernando Irala
Finalmente, el día después de lo que fue calificado como la elección más desafiante que las actuales generaciones hayan visto en México, es posible intentar un primer recuento de saldos y daños.
Hasta donde la información conocida abarca, el proceso electoral tuvo una eficiencia normal, salpicado sólo por la anarquía focalizada en Tixtla y en lugares aislados de Guerrero, Oaxaca, y casi nada más.
Luego de que en los días previos se generó una gran inquietud ante la beligerancia de los grupos que anunciaban su intención de descarrilar la elección, con las consecuencias de llevar al país a un desastre político y social generalizado, hoy están claras algunas cosas básicas.
Lo más evidente es que con las fallas que todos advertimos, con la necesidad inaplazable de que la democracia deje de ser coto de negocios y fortunas de los líderes partidarios, y de revertir el empobrecimiento ideológico y ético en la vida pública, la inmensa mayoría de la ciudadanía ve el proceso electoral como un instrumento insustituible, y le da la espalda a los depredadores que quisieran dinamitarlo.
También salta a la vista que la virulencia mostrada por maestros y normalistas cuando los dejan, no lo es tanto ni tan extendida cuando hay una acción gubernamental para garantizarles elementales condiciones de paz a los ciudadanos.
También está clara la urgencia de desactivar los movimientos que han perdido su carácter social o gremial, para convertirse en piezas de presión política y de estrategia violenta, vueltos una amenaza para la vida democrática del país de mayor dimensión incluso que las bandas del crimen organizado –porque a éstas no hay nadie en su juicio que las respalde, y en cambio aquéllos actúan y lucran en nombre de supuestos ideales que en algunos incautos todavía inducen simpatías irracionales.
Los mexicanos debemos felicitarnos de que los comicios hayan finalmente transcurridos sin mayores daños, pero a partir de ahora el gobierno tiene un plazo largo pero determinante: la elección de 2018 no puede transcurrir en medio de las angustias y la incertidumbre que se vivieron en los días previos a la que acabamos de pasar.
Sería un suicidio para el régimen.