Ante una Plaza de San Pedro abarrotada de fieles, y desde la ventana de su estudio privado, en el Palacio Apostólico del Vaticano, Jorge Mario Bergoglio rezó su Angelus dominical y luego agregó una oración especialmente compuesta por él. Pero antes habló sobre la fiesta litúrgica de este domingo, que recuerda la "vía dolorosa" del exilio de José, María y Jesús en Egipto, donde experimentaron las condiciones dramáticas de los refugiados, marcadas por el miedo, la incertidumbre y las incomodidades. "Por desgracia, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad.
Casi todos los días la televisión y los periódicos dan noticias de refugiados que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para sí y para las propias familias", constató... Y vaya que el Papa Pancho tiene razón: en Veracruz se están viviendo las peores pesadillas para migrantes, pues no sólo tienen que cuidarse para pasar, sino que tienen que evitar ser reclutados y sus mujeres violadas y prostituidas por seres que no tienen otro calificativo que los peores seres humanos de este planeta.